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“El Gordo” también fue un”niño problema”

Por Rafael Gálvez*

Fue el típico caso de un niño problema, y sin embargo, conoció la fama mundial, y creó una de las imágenes inolvidables de la historia del cine. Se llamaba Norvell, y era hijo del tercer matrimonio de su padre inglés, que murió cuando él cumplió un año de edad, y el segundo de su madre escocesa, Emily.

Cuando nació Norvell, la familia ya vivía en Harlem, Georgia. Pésimo estudiante.  Su madre lo metió a un internado cerca de Atlanta, y así como se había escapado de su casa familiar, también lo hizo del reformatorio; el ultimo recurso de su madre viuda, fue la academia militar, que tampoco pudo doblegar su mal carácter.

A los 18 años Norvell, ya se había cambiado el nombre, por el de su padre muerto: Oliver Hardy, y obtenía un trabajo que primero fue de portero, después de taquillero y mas tarde de proyeccionista, en un cine de Milledgeville, pero cada que podía, seguía escapándose por las noches, para cantar y actuar en obras de un teatro de vodevil.

Obeso y voluminoso como había crecido, le inspiró que un actor como él, gordo, Roscoe Arbukle, con el mote de “Fatty”, fuera hacia 1910 uno de los grandes actores del momento, así que este hombre de un metro 90 de estatura y de 130 kilos de peso, viajó a Jacksonville, para conseguir papeles de villano en películas del oeste.

Y de Jacksonville, paso a Nueva York y de ahí a la ciudad de Los Angeles, a la industria del cine en Hollywood. A los 23 años conoció a Billie West, el imitador de Charles Chaplin y ya para entonces había actuado en unas 30 películas.

En 1917, a los 25 años, conoció a un joven actor inglés llamado Stan Laurel, con quien aparece por primera vez en la película “The lucky dog”. El gordo Hardy interpretaba a un ladrón que intentaba robar al flaco Laurel. La película pasó sin pena ni gloria, y pasarían diez años, hasta que el destino los volvió a juntar para dar nacimiento a una de las parejas cómicas, más famosa de todos los tiempos.

Fue hasta 1927, cuando a petición de Leo Mc Carey, director de supervisión de Roach Studios, Oliver Hardy y Stan Laurel, forman un duo, y así juntos, de 1927 a 1935 actuaron para un promedio de diez a quince cortometrajes por año, y participaron en la década de los 30 y los 40, en unas 90 películas. Ellos  como muy pocos, hicieron reír a millones en la época de oro del cine mudo; la primera película se llamó: “Ponle los calzoncillos a Phillip” y la mas conocida: “Vaya par de marinos”.

Y siguieron haciendo llorar de risa, aún  con el cine sonoro,  y su carrera los llevó a una gira por todo Estados Unidos y Europa para levantar la moral a las tropas estadounidenses, durante la Segunda Guerra Mundial.

La clave del éxito fulgurante desde la primera película residió en la perfecta explotación de la comicidad tanto de su físico, como de su carácter contrapuesto: Laurel, flaco, un tipo de maneras y movimientos torpes y Hardy, gordo, serio, desesperado por las tonterías de su inseparable compañero.

Hoy recordamos las escenas mas memorables del cine mudo, por ejemplo aquella: cuando el gordo en una mudanza deja caer una y otra vez, siempre por descuido, el peso de un piano, sobre el pie de el flaco, o la inolvidable y mas grande guerra de pasteles jamás vuelta a filmar, de “La batalla del siglo”, y muchas otras mas, como las que vimos en la “Caja de música” que les hizo ganar un Oscar.

Hoy recordamos a El gordo y el flaco, porque el 18 de enero pero de 1892, hace ya 125 años, nació Oliver Hardy, que junto con el flaco, nos dieron para siempre el alivio de reír a carcajadas, a través de un sin número de secuencias con imágenes inolvidables.

Hoy nuestrto homenaje al recuerdo, es para Oliver Hardy el gordo que más nos ha hecho reir en toda la historia del cinematógrafo.

*Rafa Gálvez es periodista, un amante de los libros y un buscador incansable de historias. Las cuenta de tal manera que las vives, las disfrutas. Rafa es un excelente redactor de noticias de radio y televisión. Trabaja en Televisa y en Grupo Imagen.

 

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