Por Lorena Rivera*
Los investigadores y Naciones Unidas por años, sino es que décadas, nos han advertido sobre los efectos del cambio climático. Es cierto que se trabaja arduamente para mitigarlos. Pero la voluntad política de muchos países poderosos ha hecho que lleguemos tarde.
Es cierto que tenemos ya una herramienta que nos da esperanza: el Acuerdo de París, el cual intentará hacer que los países industrializados se desvinculen de los hidrocarburos, se reduzcan las emisiones de los gases de efecto invernadero para dar paso a las energías limpias y apoyar a las naciones en desarrollo a través de transferencia tecnológica y financiamiento, porque el gran desafío es evitar que la temperatura rebase el umbral de los 2ºC. Lo ideal sería topar a 1.5ºC. Pero esto se antoja casi imposible.
No se trata de ser aguafiestas o de tener una visión catastrófica, pero a finales del mes pasado, la Organización Meteorológica Mundial dio a conocer que las temperaturas de enero a junio continuaron subiendo, por lo cual pronostica que 2016 sea el año más caluroso de la historia. El deshielo veloz del Ártico y los incendios forestales son evidencias.
Así, el cambio climático y el calentamiento global y sus consecuencias, como el calor y la sequía, ya tienen varias víctimas.
Las guerras climáticas no son un mito ni tampoco escenas de ciencia ficción. Las naciones más pobres las están padeciendo: desigualdad social, disputas políticas, hambruna, sequía y migración.
Darfur y Siria, de acuerdo con la ONU, en gran medida son ejemplos de las guerras climáticas porque los largos periodos de sequía así como la destrucción del ambiente exacerbaron los conflictos sociales.
En mayo pasado, la Asamblea de Naciones Unidas para el Medio Ambiente señaló que el cambio climático es un factor de tensión en los conflictos armados porque incide fuertemente sobre otras causas como la desigualdad social o las disputas políticas.
Pero en 1985, el entonces secretario General de Naciones Unidas, el egipcio Butros Ghali, ya lo había advertido: la próxima guerra en Oriente Medio sería por agua y no por petróleo. Hoy lo estamos viviendo.
Y para desgracia de nuestra, sin importar nacionalidad, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático ha señalado que el violento Oriente Medio será más seco en los años por venir como consecuencia del calentamiento global.
*Lorena Rivera. Ella es amante de la música y de la poesía, pero de profesión es periodista, coordinadora de Opinión del periódico Excélsior y todos los lunes publica un artículo en dicho diario. Le gustan los gatos.