Videgaray aún tiene las manos metidas en el Gabinete de Peña Nieto
Por Leticia Robles de la Rosa*
Hace unos días, en una escena de la segunda temporada de Narcos, de Netflix, escuchaba cómo uno de los principales colaboradores del presidente colombiano, César Gaviria, renunciaba a su cargo, como sacrificio para evitar que las críticas a Gaviria debilitaran su gobierno, justo en la lucha contra Pablo Escobar.
Cuando el jueves 7 de septiembre se hizo público que el poderoso Luis Vedegaray decidió presentar su renuncia al presidente Enrique Peña Nieto, luego del escándalo por la visita de Donald Trump a México, recibido en Los Pinos como si fuera un Jefe de Estado, por consejo del propio Videgaray y supuestamente contra la opinión de la canciller Claudia Ruiz Massieu y el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, me fue inevitable pensar en la escena de la serie de Netflix.
Luis Videgaray, por decisión propia, decidió poner la cabeza en la guillotina y él mismo soltar la cuerda para que cayera la cuchilla y, fin, se acabó su paso por la administración pública federal por voluntad propia, porque es evidente que el Presidente de la República no le solicitó la renuncia, y para que no quedara duda de que se trató de una decisión del propio Videgaray, desde temprano se filtró entre los periodistas preferidos del ex Secretario de Hacienda, la versión y hasta vimos el insólito momento en que la jefa de prensa de Videgaray le ganó la nota al presidente Enrique Peña Nieto.
Y es tanta la coincidencia entre la decisión de Videgaray y la serie de televisión de Netflix en torno a Pablo Escobar, que demuestra que ese sacrificio es una cotidianidad en la administración pública de cualquier nación.
Pero a diferencia del colaborador de Gaviria en la serie televisiva, que desapareció por completo de la escena pública y hasta de la esfera privada del mandatario colombiano, siempre según la serie de televisión, el ex Secretario de Hacienda se aseguró que esa cabeza suya que caía de un cuerpo, cayera justo encima de un nuevo cuerpo de él mismo, igualmente incrustado en las decisiones de gobierno.
En términos coloquiales, Luis Videgaray se cayó de pie o se cayó parado, como los felinos domésticos que tienen siete vidas.
Luis Videgaray se fue, pero dejó las manos dentro del gobierno de Enrique Peña Nieto. Además de mantener sus vínculos personales con el mandatario federal, Videgaray influyó en la decisión presidencial de quién se queda en los espacios vacantes.
José Antonio Meade, viejo amigo de Videgaray y que durante el último trienio del gobierno de Felipe Calderón afianzaron una relación profesional y de amistad, Videgaray como diputado federal y Meade como Subsecretario y luego Secretario de Hacienda, llegó al gobierno de Peña justo por recomendación de Videgaray. Llegó como Canciller, luego como Secretario de Desarrollo Social y ahora es el Secretario de Hacienda.
Y a la Secretaría de Desarrollo Social llegó otro destacado integrante del grupo compacto del presidente Enrique Peña Nieto y el propio Videgaray, Luis Enrique Miranda, un político tan seguro de su fortaleza al amparo del poder presidencial, que la únicamente vez que asistió al Senado para explicar el contenido de las negociaciones con la CNTE, mostró una inverosímil molestia y hasta un hartazgo por las preguntas de los legisladores federales.
Así, Luis Videgaray no perdió nada. Es tan cercano a Enrique Peña Nieto como siempre lo ha sido. Sus hombres están en Hacienda, Desarrollo Social, la dirigencia nacional del PRI, Educación, Pemex, CFE, Función Pública y en decenas de oficinas de mando medio y superior, así como en la Sedatu, donde Rosario Robles despacha, por recomendación del propio Videgaray, quien la acercó desde la izquierda al priismo.
Los especialistas en materia política dicen que la salida de Miranda de la Secretaría de Gobernación implica mayor libertad de acción para Miguel Ángel Osorio Chong. Me parece que se trata de un reacomodo más claro de los dos grupos que han dominado el gobierno de Peña desde los tiempos de elección y de transición.
Con un Presidente de la República debilitado por su propio mejor amigo, Luis Videgaray y su decisión de tratar a Donald Trump como Jefe de Estado, los hilos están sueltos y estamos a punto de ver si en la batalla interna por el 2018 se impone la mano de Videgaray, que quiere llevar a uno de los suyos a suceder a Enrique Peña Nieto, o la mano de los priistas que se agrupan en torno a Osorio Chong o de otro posible candidato.
*Leticia Robles de la Rosa: Es periodista y experta en los temas de Educación, Política , Elecciones y Congreso de la Unión. Actualmente cubre la información en el Senado de la República y es una reportera de Primera Plana.