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¿Quiénes son los malos ahora?

El crimen organizado en la médula de la sociedad mexicana. ¿Hay remedio o es un cáncer incurable?

Ya no es suficiente con conocer las caras en las fichas que gira la Interpol y la PGR.

Los malos de la película ya no son sólo El Chapo, Los Beltrán, los Arellano, antes, los Caro Quintero, La Barbie.

El narcotráfico ya tocó gobernadores como Mario Villanueva, Rubén Moreira o Tomás Yarrington, incluso los dos Duartes son acusados de tener vínculos con el crimen organizado; ya se metió con los familiares de gobernadores como el hijo de Fausto Vallejo, implicado con la Tuta, o el medio hermano de Leonel Godoy, Julio César, y si quiere ir más atrás a la célebre Sara Cosío, sobrina del ex gobernador de Jalisco Guillermo Cosío Vidaurri, relacionada con Caro Quintero.

El mundo del espectáculo también se ha visto sacudido por los asesinatos relacionados con los cárteles de la droga, como Valentín Elizalde, se dice que El Gallo de Oro fue asesinado por Los Zetas, en venganza por su relación con el Cártel de Sinaloa; dos de los hijos de Joan Sebastian, Kate del Castillo y ahora Julión Alvarez.

La sorpresa la dio Rafa Márquez, cuando aparentemente, el crimen organizado tocó sus finanzas. Algo increíble y que todavía da vueltas en la cabeza, como cuando supimos que el obispo de Tijuana, Emilio Berlié Belanzáuran, había servido de contacto para que Los Arellano Felix se reunieran con el entonces nuncio Girolamo Prigione, para explicarle que ellos no tuvieron nada que ver con el asesinato del Cardenal Posadas Ocampo, al que confundieron con el Chapo.

Hoy hasta nuestro vecino puede tener un vínculo con el crimen organizado, sea narcotraficante o distribuidor, socio o narcomenudista,  halcón o el que cobre las extorsiones.

No estamos lejos, lo vimos en Tláhuac con los moto taxistas y con todos los que rodearon a la banda de los Ojos, que involucra al delegado Rigoberto Salgado, por tener en su nómina a gente ligada a esa banda criminal.

Pero detengámonos un poco a hacernos estas preguntas: ¿Quiénes rodean a Julión o a Rafa o al líder de los Ojos, nunca vieron nada extraño, en verdad se pueden ocultar las relaciones o el dinero? O quienes los rodean son cómplices silenciosos por los beneficios que se adquieren? Crecen las comunidades, se genera empleo informal e ilícito, pero hay un ingreso.

A ver, las familias y amigos de los moto taxistas que eran halcones o narcomenudistas de Los Ojos, en serio no saben qué hacían sus hijos, esposo, primo? Yo creo que sí y se calla por miedo, por simulación o porque hay un beneficio.

En un restaurante, en una fundación, en un grupo musical, en un equipo de futbol, en una asociación religiosa, en todos lados puede estar la mano del crimen organizado.

El narcotráfico ya es un cáncer que está en la médula de la sociedad mexicana. No debemos acostumbrarnos y es momento de abrir los ojos.

 

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