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Hijos de la crisis

Crisis del Estado y Pacto por México*

La generación a la que pertenezco le ha tocado vivir en la crisis. Éramos muy pequeños cuando el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz reprimió y mató a los estudiantes que exigían respeto, justicia y libertad. Éramos unos niños cuando Luis Echeverría y José López Portillo sometieron al país a una crisis económica que tuvo su momento cumbre con Miguel de la Madrid, cuando ya éramos unos jóvenes universitarios.

Vimos el crecimiento de las bandas del narcotráfico y fuimos testigos de la génesis del anhelo de un sector de la sociedad por ser igual a Caro Quintero, a Don Neto o al Güero Palma, cuyas vidas inspiraron corridos y películas que consumíamos como parte de una sociedad interesada en adentrarse en lo que entonces era una vida prohibida, la del delincuente.

También nos tocó vivir uno de los parteaguas políticos más importantes en la historia misma de la política y la democracia mexicanas, cuando la caída del sistema del cómputo electoral impidió al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas convertirse en el Presidente de México. Con sus propuestas de democracia y fin a la política neoliberal de Miguel de la Madrid hirió de muerte al entonces poderío priista.

Miles de estudiantes de la UNAM estuvimos con él en 1988, lo vitoreamos en la explanada de la Rectoría y lo acompañamos al Zócalo para dejar en claro que este país cambiaba por decisión propia y con un liderazgo político que la base ciudadana convirtió en real e innegable.

Y vimos poco a poco cómo el PRI perdía el poder monopólico que ostentó durante décadas. Primero con la derrota de la primera gubernatura que le arrancó la oposición, Baja California, a manos del PAN; después la Cámara de Diputados, donde perdió la mayoría, luego en la Ciudad de México; sí, con Cárdenas como el primer gobernante elegido democráticamente por los capitalinos. Vimos surgir instituciones que supieron contar votos y con eso permitir la derrota del PRI en la Presidencia de la República.

Pero nunca dejamos de esta en la crisis. De la crisis económica que nos agobió en los ochenta, pasamos a la crisis de las instituciones políticas y de los políticos y así hemos visto la descomposición evolutiva de la clase política mexicana.

Hoy, mi generación está otra vez en el escenario de la crisis, en el que una parte importante de los políticos está integrada por meros mercaderes e intermediarios entre el poder político, el poder económico, el poder empresarial, el poder del crimen organizado y el poder clerical.

Todo este recurso de vida personal, que es también la vida de un país, inundó mi mente desde que abrí y hasta que terminé de leer Crisis del Estado y Pacto por México, que coordinó Leonardo Figueiras y en el que junto con Carola García Calderón, Georgina Sosa, Hugo Sánchez, Jorge Meléndez, Pablo Marentes, Juan Manuel Martínez, Jazmín Morlet y Pablo Cabañas, nos lleva a las aristas precisas, necesarias para entender la tesis de que México vive en una crisis de estado.

¿Cuándo empezó? Me atrevo a decir que siempre ha estado ahí. Evoluciona. A veces parece que no está, como cuando el gobierno de Enrique Peña Nieto intentó convencer que había salvado al país, o cuando el país tuvo esperanza de cambio con el PAN, que quedó a deber. En otras ocasiones regresa con tal contundencia que no es posible negarla ni cerrar los ojos, como cuando esa relación entre el poder de los políticos y el poder de los delincuentes se juntó para desaparecer a 43 jóvenes estudiante de Ayotzinapa.

Leer a Carola García Calderón explicarnos la forma en que los políticos mexicanos, devaluados, frívolos, no discriminan para utilizar todos los espacios mediáticos para venderse a los mexicanos; a Jazmín Morlet con los datos contundentes del desarrollo social; a Leonardo Figueiras con esa claridad de que el Pacto por México sólo fue una nueva forma de distribuirse el poder; a Pablo Marentes y su desmenuzamiento del Estado autoritario; a Juan Manuel Martínez y su descripción del México que se vende en el mundo y el México que se vive en casa, sin duda son una invitación a la reflexión seria de que debemos hacer algo como sociedad no política para empujar una nueva dinámica de relación entre el poder político y el poder social.

Estoy convencida que el México de hoy es mucho mejor al México que me tocó vivir como niña, adolescente y joven, pero leo a Georgina Sosa, que me recuerda los intereses empresariales que frenan avances y propician retrocesos; leo a Hugo Sánchez en su análisis sobre la descomposición de una fracción de la izquierda coludida con el crimen; a Jorge Meléndez en torno a las prácticas de censura y la necesidad de ver a la prensa como enemiga y entiendo que en diversos aspectos, México todavía tiene pendientes e incluso retrocesos.

Me tocó vivir en la primera fila el nacimiento, evolución, resultados y muerte del Pacto por México. Leer a Pablo Cabañas me recuerda todos esos momentos. Yo sí creo que el Pacto por México tuvo aristas positivas. Las reformas en telecomunicaciones y fiscal me parecen aciertos; una, porque la competencia generó bajos precios en el servicio y los productos de telecomunicaciones; la segunda, porque por primera vez dejó de recargar todo el peso del pago de impuestos en los asalariados.

Pero leo a Leonardo Figueiras y coincido también, “Fue un acuerdo inédito que suponía una solución a diversos problemas, pero que no sentó las bases para una cultura democrática al realizarse, tan sólo, una nueva distribución del poder, donde la sociedad quedó al margen”.

Y sin duda este libro nos lleva inevitablemente a preguntarnos ¿Cómo superamos esta crisis?, si nuestras instituciones no tienen credibilidad; la masa política está desprestigiada; las redes sociales sacan a flote las malas mañas y genera escándalos, pero no consecuencias; hay un creciente radicalismo de izquierda y de derecha que gana terreno electoral.

El reto es enorme y más, porque nuestra juventud se agrupa más en torno a los XV años de Rubí y el Pasito Perrón, y se alejan de la discusión y el análisis político.

 

*  Crisis del Estado y Pacto por México es un libro de nueve ensayos, coordinador por Leonardo Figueiras, editado por la UNAM y Educación, Cultura, Asesoría y Promoción. (Discurso de la autora pronunciado para la presentación del libro Crisis de Estado y Pacto por México)

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