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El paquete de impunidad. El arte virreinal de no saber perder

Por Leticia Robles de la Rosa*

Todavía no me explico por qué el gobierno federal y su partido, el PRI, se niegan a ver una realidad lacerante que afecta a todo el país, pero que particularmente a ellos dos los mata lentamente.

El gobierno federal y PRI no hicieron nada por controlar los excesos de Javier Duarte, en Veracruz y Roberto Borge en Quintana Roo. La corrupción y su impunidad fue uno de los factores que provocó su derrota electoral hace unas semanas en esas dos entidades, históricos bastiones priistas.

Y no me lo explico, porque después del golpazo electoral que sufrieron los priistas y el gobierno federal, todavía ahora se mantienen indolentes ante los excesos, la prepotencia de gobierno y la corrupción que bañan a Javier Duarte y a Roberto Borge.

Ciegos, sordos, insensibles, ni el gobierno federal ni el PRI mueven un solo dedo para contener la furia de esos dos gobernantes perdedores que construyen para sí un “paquete de impunidad”, que según ellos, los librará de la cárcel.

Descontrolados, los dos virreyes que no saben perder utilizan la mayoría priista en sus congresos estatales para protegerse, para que nadie los castigue por sus excesos, para que no los alcance la justicia y en esa manta protectora legislativa se burlen de todos y cada uno de sus ciudadanos que votaron en contra de ellos.

El PRI, ciego, indiferente, hasta el momento no ha llamado al orden a sus diputados locales, por las faltas al debido proceso legislativo que cometen por orden de sus gobernadores. Sin duda que en esos dos estados el PRI carece de autoridad alguna. Ahí, hemos visto, Duarte y Borge son los dueños de la clase política priista y si ellos ordenan faltar a todo principio de legalidad, pues se falta a todo principio de legalidad.

Y el gobierno federal, que cuando le conviene respeta como nadie la autonomía de los estados, no mete las manos. Ni los Pinos, ni Gobernación, ni Hacienda ni nadie le ha dicho a ese par de gobernadores que cada acción en pro de su impunidad, es un golpe a la credibilidad de un gobierno federal emanado del PRI.

Pero quien no se mantiene indiferente es la propia sociedad que en esos dos estados decidió votar en contra del PRI, de los gobiernos de Borge y de Duarte, pero también del gobierno de Enrique Peña Nieto.

“Paquete de Impunidad”, le llaman en las calles de Veracruz y de Quintana Roo a los excesos de Duarte y Borge por imponer reformas constitucionales y legales en sus entidades, para que la mano de la justicia no los alcance cuando ellos se vayan. Hasta contralores y fiscales anticorrupción, que fueron sus subalternos y que revisarán sus administraciones, fueron ya impuestos por ellos.

Hay muchas voces que sostienen la hipótesis de que la derrota del PRI el pasado 5 de junio tuvo un origen indiscutible: el hartazgo de la sociedad hacia la corrupción y los gobiernos ineficaces.

Quizá si el voto de los mexicanos en estados como Tamaulipas, Aguascalientes, Durango y Chihuahua, en contra del PRI, hubiera sido por una alternativa política que no ha ejercido el gobierno, yo sería una ferviente defensora de esa hipótesis, porque el beneficio de la duda fortalece a una opción política que no ha demostrado de qué es capaz.

Pero no, el voto de los mexicanos que apostaron por no permitir un triunfo del PRI se fue para el PAN, un partido cuyos gobernantes también han sido notoriamente corruptos y que tiene entre sus filas a personajes enriquecidos inexplicablemente.

Guillermo Padrés en Sonora; Luis Armando Reynosa Femat, en Aguascalientes; Sergio Estrada, en Morelos; Francisco Garrido, en Querétaro; Marcelo de los Santos, en San Luis Potosí, Emilio González en Jalisco y Héctor Ortiz, en Tlaxcala, son algunos ejemplos de gobiernos panistas que terminaron con escándalos de corrupción. Francisco Barrio, en Chihuahua; Patricio Patrón, en Yucatán y Marco Adame, en Morelos, de quienes terminaron gestiones de gobierno ineficaces.

No creo que en todos los casos aplique la hipótesis de ese hartazgo.

Pero hoy veo todo lo que hacen Javier Duarte y Roberto Borge por burlarse de la ley, ante la indiferencia del PRI y el gobierno federal, y no me queda duda que el hartazgo ante la corrupción y la ineficiencia de ambos gobiernos fueron clave en la derrota priista de esos dos bastiones.

No me queda duda, pero todavía no me explico por qué el gobierno federal y el PRI se niegan a ver una realidad que los mata lentamente.

 

image*Leticia Robles de la Rosa: Es periodista y experta en los temas de Educación, Política , Elecciones y Congreso de la Unión. Actualmente cubre la información en el Senado de la República y es una reportera de Primera Plana.

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