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Juan Gabriel y mi collar de melodías

Por Francisca Saavedra*

“Tu traes muletas y no te pregunte si eras bailarina de ballet, mi reina, salte de mi camerino por favor”

Dicen que la principal cualidad de un buen reportero es ser metiche, chismoso, entrar a donde te llaman y si me faltaban algunos atributos para ser reportera, ese, hasta la fecha, me sobra.

Así fue como conocí personalmente a Alberto Aguilera Valadez “Juan Gabriel” metiendo mi cucharota en la entrevista que mi amigo Vicente Moreno del periódico Cine Mundial hacia al prospecto de Divo.

Corrían los primeros años de la década de los 70 y Juan Gabriel hacia sus primeras presentaciones, ya convertido en figura, en el legendario y famosísimo Teatro Blanquita.

Entramos, Vicente y yo al camerino en donde Juan Gabriel paseaba de un lado a otro enfundado en unos jeans, con el torso desnudo, sin zapatos y tomando sorbitos de ron Potosí, un ron de botella verde en forma de barril. Estaba en compañía de un joven muy guapo que, hacia las funciones de ayudante, asistente, guarura, chofer y vaya usted a saber que más.

En el inicio y con gran cortesía y tacto Vicente quería conducir, suavemente, a Juan Gabriel y yo de impertinente tratando de impresionar, no sé a quién, lance la pregunta más inoportuna: “que hay de su sexualidad. Está por salir un libro que habla de sus inclinaciones homosexuales”

Él muy molesto me respondió: “lo que se ve no se juzga, tu traes muletas y no te pregunte si eras bailarina de ballet, mi reina, salte de mí camerino por favor.

Enojada salí de ahí a esperar a Vicente.

Muy apenada y preocupada le pregunte si había echado a perder su trabajo. El sonrió y me dijo que iría a casa de Juan Gabriel a terminar la entrevista.

Días después Vicente Moreno fue a casa de Juan Gabriel hasta en dos ocasiones a concluir dicha entrevista.

Durante estas sesiones Juan Gabriel se declaró profundamente apenado pues él no estilaba agredir a las personas y menos a alguien en mi condición.

Suplico a mi amigo Vicente me hiciera llegar las disculpas suficientes que me quitaran el enojo. Y estas disculpas llegaron al fondo de mi corazón al grado tal que me hicieron amar sus canciones, sus escenificaciones, pero sobre todo su enorme y humilde corazón.

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Aunque Juan Gabriel haya dicho que para su réquiem deseaba que el coro de Bellas Artes cantara “Amor Eterno” y “Yo te recuerdo”, muchos que queremos y apreciamos su obra musical también tenemos nuestras canciones favoritas.

Las canciones de Juan Gabriel lograron atrapar a muchas personas de aquí y de allá, de diferentes estratos socioeconómicos y de muy diversas edades.

Nadie hubiera imaginado jamás que, al presentarse en el Palacio de Bellas Artes por 3 ocasiones, Juan Gabriel iba a levantar a diplomáticos, políticos y gente en general a cantar y bailar con gran entusiasmo y alegría el “Noa Noa”.

Y así como ellos tienen sus piezas musicales favoritas yo les puedo decir que mi vida es un collar de melodías. Mi cultura es musical y mis momentos de dolor y de alegría están íntimamente ligadas a la música.

Recuerdo que en mi niñez de convalecencias quirúrgicas, la marimba Cuquita o la de los hermanos Domínguez y los deliciosos mambos de Pérez Prado en los años 50 llenaron mis oídos y mis dolorosos momentos de recuperación.

Ya adolescente o muy joven, los Beatles me hicieron pasar los grados tortuosos de inglés en la secundaria, que por fortuna fueron solo fueron 3 y que presagiaron mis bloqueos raciales.

Y cuando comencé a apasionarme definitivamente por la música fue cuando descubrí a los grandes compositores mexicanos como Agustín Lara, Álvaro Carrillo, José Alfredo Jiménez y la más grande de mis estrellas Juan Gabriel.

Los largos recorridos en carretera para vacaciones eran acompañados por 3 o 4 casetes con la intensa interpretación de Juan Gabriel.

He Venido A Pedirte Perdón, No Tengo Dinero, Aunque Te Enamores, Será Mañana, Me He Quedado Solo, Querida, Siempre En Mi Mente, No Me Vuelvo A Enamorar, En Esta Primavera, Insensible, A Mi Guitarra, Y Me Das Un Beso, son algunas de las canciones que han llenado mi tiempo.

Pero la que hasta la fecha llevo para siempre y en mi corazón es “se me olvido otra vez” pues la se cantar a dos voces con mi hermanita July.

Así describo brevemente mi cultura musical que paso también por las dolorosas lecciones de marimba con mi papá, pues golpeaba mis manos con las baquetas con las que se toca este instrumento, el piano con el maestro Meza, él era ciego y las lunadas, serenatas y noches de bohemia que me permitieron tomar breves y rápidas lecciones prácticas de guitarra.

Pero si quiere un buen consejo: con la música que a usted le diga algo, bueno o malo, o que lo llene de recuerdos es mucho mejor vivir la vida.

Fotos: Excélsior

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Archivo Excélsior

 

*Francisca Saavedra. Es periodista, durante 30 años trabajó en Televisa, fue corresponsal en Egipto y Australia y su última responsabilidad en esa empresa fue la Dirección de Corresponsales Extranjeros. Fue una de las fundadoras de ECO, el sistema de noticias 24 horas. A los cuatro años le dio poliomelitis (en ese entonces no existía la vacuna), y desde entonces para poder desplazarse ha utilizado muletas, aparatos ortopédicos y silla de ruedas.

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