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Reflexiones de Otoño. Ma. Elizabeth de los Rios

Ahora es época de lluvia y de frío       , las pequeñas y miserables gotas se arrojan hacia mi ventana creando a ratos una melodía que entre deja ver la nostalgia que cubre el cielo gris de estos meses. Nostalgia que envuelve y araña la memoria y que incita a contar lo que todos conocen pero no le han puesto nombre.

Siempre me han gustado los libros, tengo columnas enteras que cubren las paredes de mi cuarto, creo que lo que más me gusta es que en ellos, los autores reflejan su propia vida, sus propias convicciones y sus auténticos desengaños, bajo la mirada totalizante de una novela aparece la indiscreta vida de algún intelectual de la época que decide mejorar esa parte diminuta del mundo que sólo se halla en nuestra mente, y claro, a ratos en el corazón.

El otoño resulta siempre un buen momento para comenzar a escribir, esa extraña mezcla de frío temprano y calor a medio día que hacen incómoda la pregunta madrugadora sobre la ropa para vestir es precisamente lo que le da un sazón especial a las letras que se arrastran tras el cursor, quizá porque en el interior de la humanidad se fragua la misma mezcolanza, quizá porque el frío agudiza las ideas y el calor las arrulla pero entre los dos definitivamente las edifican con majestuosidad.

Hoy fui a una librería, una que por muy conocida no siempre asegura la excelencia en el servicio al cliente; pude deleitarme unos minutos frente a los ejemplares nuevos y las tiradas de los últimos títulos, no sé si la gente se interese por todos y ni si quiera sé si muchas veces compras los libros para leer o tan sólo para hacer más llevaderos los días grises como hoy, días de otoño en soledad; lo cierto es que tantos mundos encontrados invitan a la reflexión y comodidad de entrar en ellos sin pasaporte ni visa: la existencia singular desnuda ante los ojos de la multitud a merced de su interés o de su piedad.

Comparto conmigo un espacio secreto que tiene una pequeña ventana que mira a los jardines de una ciudad inglesa: limpios, elegantes, bien cuidados y en el que se anhelan las charlas con los amigos, voces que se esfuman entre la niebla y que ansían llegar lejos, al oído de un amor oculto o al ave que apenas emprende su vuelo. Ese espacio es mi rincón secreto y sólo lo comparto conmigo y con esa que a veces aparece en busca de un consejo o simplemente porque está tan sola que me busca para contrarrestar el efecto nauseabundo de la soledad.

Soy solo eso, una mujer que se declara enamorada de la vida no porque ésta sea maravillosa si no porque enamorándose todo parece mucho mejor que antes. He sido y sigo siendo una eterna soñadora a la que alimentan los sueños de los libros: la ciudad de Macondo por la que parece no pasar el tiempo, El Principito que me ha enseñado que las rosas tienen espinas y que lo mejor es seguir siendo niña… los adultos son demasiado aburridos. Los grandes filósofos como Sócrates por quien me he conocido un poco mejor, el Aquinate cuyos argumentos sólidos me permiten practicar mi lógica aún en lugares comunes, las biografías del Che tan apasionadas que me hacen creer que otro mundo es posible y alientan mi lucha por la justicia y equidad… y como ellos podría mencionar muchos más, todos han dejado huella en mí, algunos en mi intelecto, otros en mi corazón y algunos cuantos en ambos y con todos he discutido largas horas con fugaces palabras en ese espacio secreto que comparto conmigo.

Muchos intereses me afloran y muy variados que van desde la medicina hasta la filosofía pasando por la sociología y la teología, lo que nunca me ha interesado ha sido la matemática, esa ciencia “dura” como yo le llamo no va para quienes tenemos blando el corazón; en realidad creo que las matemáticas son como un túnel que sólo estando dentro comienzas a ver y a entender lo que hay en él, al asunto es que nunca me ha interesado adentrarme en ese túnel, prefiero otra clase de túneles… probablemente aquellos anchos a la entrada y angostos al final pero llenos de colores brillantes y figuras sublimes.

Otoño…. Tiempo para una profunda introspección, cerrar los ojos y dejarte conducir al paraíso del asombro. Fuera las personas y los objetos que distraigan, momento de abstinencia y de ascesis,  de llegar a los límites de la mente y traspasarlos… el frío ayudará ya lo he intentado una vez y el mundo me arrebató de los brazos de Morfeo lanzándome de vuelta a esta caricatura que vivimos como si fuera la única realidad, la posibilidad de ser… o la posibilidad necesaria de no ser.

Abandono y sin razón, la cordura de la libertad, todo y nada ligados por necesidad innecesaria de existir, el azar queda suspendido entre lo sido en tanto que sido y lo no sido en tanto posible; tiempo dea lanzarse al abismo y descubrir en él que no hay otro mundo más que el que vamos creando a pasos forzados, a veces intrigados pero muchas otras inconscientes de nuestras acciones y decisiones que dan vida o matan pero jamás lo sabemos hasta que la vida o la muerte nos tocan el hombro para ser aquello que estamos llamados a ser.

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