Por donde se le vea, la niñez y la adolescencia están desprotegidas. El mundo adulto las ha abandonado a su suerte, a una muy mala.
El futuro de las niñas, los niños y los adolescentes se ve más negro que nunca. Los estamos aniquilando.
Naciones Unidas y la revista médica The Lancet dieron a conocer un informe en el cual afirma categóricamente que el mundo, sí, el mundo entero no está protegiendo adecuadamente a los niñas, los niños y los adolescentes.
El informe titulado A Future for the World’s Children? (¿Qué futuro les espera a los niños del mundo?) realizado por una comisión, conformada por más de 40 expertos, indica que la salud de los niños y adolescentes del mundo “se encuentra bajo la amenaza inmediata de la degradación ecológica, el cambio climático y las prácticas de comercialización explotadoras que empujan a los niños a consumir comida rápida muy procesada, bebidas azucaradas, alcohol y tabaco”.
Los niños y los adolescentes son presa fácil de las prácticas de comercialización nocivas, es decir, son los destinatarios ideales para el consumo de comida chatarra y sustancias nocivas. Lo más alarmante es que la obesidad infantil se ha multiplicado por 11 ya que son bombardeados por la publicidad.
En algunos países los niños ven aproximadamente 30 mil anuncios a través de la televisión en un año, mientras que los jóvenes están expuestos a los spots publicitarios de cigarrillos electrónicos; tan sólo en Estados Unidos esto aumentó en más de 250 por ciento.
¿Y qué cree? El documento dice que la autorregulación en algunas naciones no ha representado un obstáculo en la capacidad de hacer publicidad para los niños.
Así que, o nos centramos en la salud de niños y adolescentes o los veremos enfermos y con un futuro truncado.
Respecto al cambio climático, los autores señalan que las naciones más pobres deben hacer más para lograr que su niñez lleve una vida sana, pero las elevadas emisiones de carbono, en su mayoría producto de las actividades de los países más ricos, son un peligro para el futuro de todos los niños.
De no tomar acciones climáticas, las temperaturas globales superarán los cuatro grados centígrados para 2100 y “las consecuencias serían devastadoras para la salud de los niños, debido al aumento del nivel de los océanos, las olas de calor, la proliferación de enfermedades como el paludismo y el dengue, y la desnutrición”.
Cumplir el Acuerdo de París no debe ser visto como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, porque no es así, la crisis climática y los puntos de no retorno ya empezamos a padecerlos.
Desafortunadamente a lo anterior se suma la violencia y la crueldad con la que muchos adultos tratan a niños y jóvenes.
Las víctimas de las guerras se cuentan por millones: niños huérfanos, abandonados, desplazados, refugiados, con necesidades básicas y, por supuesto, muertos.
Tan sólo la guerra en Siria ha dejado más de 470 mil muertos, de acuerdo con Syrian Center for Policy Research (2016), de los cuales son más de 12 mil infantes.
La Unicef calcula que 8.4 millones de niños han sido afectados por esa guerra, tanto dentro del país como los que han tenido que buscar refugio.
Sumado a ello, más de seis millones de niños sirios requieren ayuda humanitaria y más de dos millones no pueden recibirla porque viven en zonas de difícil acceso o por los riesgos del propio conflicto.
La Unicef también ha documentado que 2018 fue el año “más mortífero” para los niños, pues mil 106 “murieron en los combates, el mayor número de niños que fallecen en un solo año desde el comienzo de la guerra”.
Pero eso no es todo, apenas el 16 de enero de este año, la Comisión Investigadora para Siria del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas informó que “los niños sirios son asesinados, mutilados y sujetos a una pléyade de abusos que incluyen el reclutamiento y la participación forzada en la guerra que aqueja a su país”.
El informe da cuenta de “violaciones y violencia sexual como instrumento de castigo, humillación e intimidación entre la comunidades y asevera que las fuerzas del gobierno han detenido a niños de apenas 12 años a los que han sometido a golpizas y tortura”.
Las aberraciones contra los niños y las niñas ocurren en muchos otros países.
México no es la excepción. Aquí la guerra contra ellos viene de muchos frentes.
La Red de los Derechos de la Infancia en México (Redim) informó que diariamente mueren 3.6 niñas, niños y adolescentes como consecuencia de la violencia y de entre 30 y 35 mil menores de edad son reclutados de manera forzada por el crimen organizado.
La violencia contra los niñas, las niñas y los adolescentes parece imparable.
Redim también encontró en su balance anual de 2019, que en uno de cada 10 feminicidios, la víctima es una niña o adolescente.
El crimen organizado recluta a niños y adolescentes, los usa para sus ilícitos, pero cuando ya no los necesita, se deshace de ellos.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad (SESNSP) indica que de enero de 2015 a julio de 2019 hubo cuatro mil 664 niños y adolescentes víctimas de homicidio doloso, de éstos ocho de cada 10 fueron varones.
Lo más estremecedor, ocho de cada 10 menores de 18 años fueron víctimas de homicidio doloso con arma de fuego ya sea ejecutados o bien, cayeron en enfrentamientos.
El cártel Jalisco Nueva Generación recluta niños, los hace matones, pero sobre todo, son carne de cañón. De ese tamaño es la infamia.
Infamia compartida por el abandono del Estado, porque se trata de niños y adolescentes vulnerables, con precariedad de todo tipo.
Infantes y adolescentes en nuestro país son víctimas de la violencia cotidiana. En el entorno familiar se les golpea como castigo. En ese círculo y fuera de éste se les abusa sexualmente. También hay homicidios y feminicidios.
No podemos dejar de mencionar el suicidio. Las niñas, los niños y los adolescentes se están matando porque nadie los ve ni los escucha.
En este país se ha normalizando e invisibilizado la violencia contra los más inocentes. Ellos y ellas deberían estudiar y jugar; sonreír y soñar. En vez de ello, se les maltrata, se les mata.
Fátima, de siete años, hoy es un ángel. Hoy representa a muchas niñas y adolescentes, que como ella, les arrancaron la vida de la manera más vil.
No salíamos del horror, cuando Karol Nahomi, una bebé de cinco meses de edad, fue muerta violentamente.
¿Hasta cuándo?
No debemos ni podemos quedarnos tan sólo en el espanto. Si aún queda algo de sensibilidad en el mundo adulto o actuamos ya o nuestros niños y adolescente no tendrán un porvenir.
Los violentamos de una y mil maneras. ¡Ni uno ni una más!