Por Leticia Robles de la Rosa*
Cuando en el año 2006 los estrategas electorales del PAN y los empresarios decidieron hacer una campaña en contra de Andrés Manuel López Obrador, ganaron las elecciones, pero desataron una dinámica social en donde la intolerancia es el hilo conductor, y lleva a polarizaciones que van de las burlas más absurdas hasta los pleitos a golpes y el alejamiento familiar.
Durante seis años, la izquierda derrotada y herida utilizó las palabras más denigrantes y soeces para referirse a Felipe Calderón. “FeCal”, fue la más demoledora, amén del rumor que se convirtió en verdad pública, de su alcoholismo incorregible.
En 2012 vimos cómo los diferentes grupos de izquierda, desde los más radicales hasta los moderados, emprendieron una campaña de descalificación para burlarse del nivel intelectual del entonces candidato priista Enrique peña Nieto, quien les ganó a pesar de todo. Ningún Presidente de la República ha sido tan agredido como Enrique Peña Nieto. Es un burro, dicen hasta los burros.
Estamos ya en el año electoral que marcará el rumbo del 2018; los partidos políticos se preparan para la batalla en el Estado de México y en Coahuila, dos de los pocos bastiones priistas que quedan, luego de la estrepitosa derrota del 2016 a manos del PAN en diferentes estados. Nayarit ya tuvo alternancia y la expectativa es menor que la registrada en los nidos priistas.
Y en medio de esos procesos electorales naturales, otra vez gracias al PAN, en México se habla ya de una pre campaña rumbo a la Presidencia de la República. Los afanes de Felipe Calderón de colocar a su esposa Margarita como Presidenta de la República; la descarada promoción personal de Ricardo Anaya Cortés y los costales de dinero que distribuye Rafael Moreno Valle para que todo mundo hable de él, son parte de la cotidianidad en este último bimestre del año.
¿Qué vemos todos los días en esta dinámica donde los votos son el único objetivo?
Vemos a una Iglesia Católica intolerante y chantajista. Una Iglesia católica que tiene prohibido meterse en política, pero que hace campaña contra el PRI para ponerlo de rodillas y obligarlo a no considerar a la comunidad lésbico-gay como ciudadanos con derechos, sino como “anormales” que deben sujetarse a las decisiones de una jerarquía que tolera en sus huestes la homosexualidad y la pedofilia.
Una Iglesia Católica que está molesta porque le cobran impuestos y entonces arremete contra el gobierno priista de Enrique peña Nieto en todas sus templos. Desde los folletos más básicos hasta Desde la Fe, los jerarcas católicos castigan a diario a los priistas por atreverse a cambiar al país. La intolerancia de los católicos es innegable.
Vemos también a una serie de militantes y simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador, que desde el más profundo desprecio por quienes no piensan como ellos y desde las trincheras más misóginas de la política, han apodado “Calderona” a Margarita Zavala, a quien tilda de mediocre, cobarde y cómplice de “los crímenes de su marido”.
También vemos a un Ricardo Anaya que se llena la boca al criticar la corrupción en el PRI y en Morena, pero observa como éticamente correcto que eduque a sus hijos fuera del país al que quiere gobernar.
Vemos a un Moreno Valle que llena revistas de espectáculos y de negocios con sus fotografías, para que le hagan publicidad gratis, igualito que lo hizo el Partido Verde y que el PAN criticó hace tres procesos electorales federales.
Y frente a esos comportamientos hipócritas, crece entre la población la idea de un panismo cínico al que no hay que escuchar, porque engaña, porque ya demostró que sólo ve por su propio beneficio.
En este panorama cotidiano vemos a un PRI que le cierra la puerta a las minorías; que no acierta a desmarcarse realmente de sus gobernadores corruptos, como Javier Duarte, César Duarte, Miguel Alonso Reyes, Roberto Borge y los que surjan en las próximas semanas. Un PRI que intenta mostrar a todos los mexicanos un país de maravilla que no existe. Un país que sufre violencia, que sufre intolerancia y que ahora sufrirá más pobreza.
“Mata un priista y haz patria”, dicen algunos activistas en redes sociales.
La intolerancia está aquí, en nuestras calles, en nuestros trabajos. Ocupémonos todos por apagar la intolerancia mexicana, para tener la fuerza suficiente de exigir que el Estados Unidos de Donald Trump no impere la intolerancia.
*Leticia Robles de la Rosa: Es periodista y experta en los temas de Educación, Política , Elecciones y Congreso de la Unión. Actualmente cubre la información en el Senado de la República y es una reportera de Primera Plana.