La realidad actual, crisis económica y ruptura del tejido social, obliga a muchos padres a estar ausentes en el rol familiar; sin embargo, su presencia siempre puede sentirse
Por la Mtra. Atziri Arroyo Ruiz, académica de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG)
A menudo se escucha por ahí que hay muchos padres ausentes o irresponsables. La semana pasada, distrayéndome en redes sociales me topé con un video de un debate sobre paternidad responsable, en el que unos activistas mencionaban que un buen porcentaje de los padres en nuestro país estaban ausente, pero dando una respuesta bien argumentada a ese postulado, la contraparte decía que la estadística no explicaba la razón de esa ausencia, y que alguna parte considerable de esos padres ausentes no lo estaban solo por la intención de evadir la responsabilidad.
Muchos de ellos habían tenido que alejarse de sus familias debido a la necesidad de trabajar con el fin de sostenerlos, lo que los llevaba a emigrar y tomar trabajos con condiciones de riesgo. Algunos otros han sido sujetos de la obstrucción y vínculos y esto me hizo reflexionar dos cosas: Lo complicado que es ser padre en 2023, con todos los retos y satisfacciones que supone, así como me llevó a pensar un poco más a fondo sobre los sacrificios que implica.
Por ejemplo, ayer veía la entrevista de un señor de origen colombiano que vivía en Suecia, y él comentaba que había tenido que dejar su país para salvar su vida por conflictos políticos, teniendo que dejar a su esposa y su hija de 7 años.
Relataba el episodio entre lágrimas y mostraba un dibujo que le hizo su hija y que siempre lleva con él. Historias como estas conducen a reflexionar sobre la importancia de rescatar que en una época donde se criminaliza al hombre por ser hombre, hay quienes demuestran que valen la pena y que son capaces de ejercer su paternidad con amor, protegiendo, guiando y proveyendo lo necesario para hacer a sus hijos personas de bien que sepan ejercer su adultez con valores y transmitirlos a las generaciones siguientes.
En la vida cotidiana surgen diferentes ejemplos de esta loable labor. En mi consulta clínica a diario veo el esfuerzo de padres admirables que buscan adaptar su rutina para llevar a su hijo a recibir la atención que necesita, si tienen que trabajar tiempo extra, lo hacen; si tienen que sacrificar horas de sueño, lo hacen; si tienen que hacer un traslado de tres o cuatro horas, lo hacen; y si tienen que jugar a la fiesta del té, ser un superhéroe o dejarse peinar por sus hijos, también, y para ello la única explicación es el amor que le tienen a sus hijos.
Por ende, no resta más que felicitar y reconocer a quienes ejercen esta labor de forma responsable y amorosa, y desearles un muy ¡feliz día del padre!
La Mtra. Atziri Arroyo Ruiz, es académica de Psicología y pertenece Departamento de Humanidades y Desarrollo Humano de la UAG.