No hay nada más saludable que vivir y actuar de acuerdo a lo que se es y se piensa. La honestidad es un valor que nos hace mejores personas, más felices y empáticos con el otro.
Esa sinceridad con uno mismo y con el resto de las personas le aportará un valor fundamental a nuestra existencia, a nosotros como personas, y ni hablar de los beneficios que ello reportaría en el camino hacia la felicidad y el establecimiento de relaciones sólidas y sustentadas por la verdad.
El primer paso y el mayor compromiso que podemos entablar con la verdad es ser leales con nosotros mismos, solamente así podremos serlo con el prójimo.
Manifestarse, actuar de modo honrado puede dañar los sentimientos de otros, por ejemplo, cuando a un amigo le decimos que no estamos de acuerdo con algo que hace, porque sabemos que no está bien, o cuando le confesamos a alguien que ya no lo queremos, sin embargo, y a pesar de ese dolor que seguramente causemos, siempre será preferible la verdad frente al engaño.
La mujer singular y la ciudadCuando hablamos de los sencillo, saludable y positivo que es actuar de manera honesta es porque hacer lo opuesto, vivir en la mentira y de engaño en engaño, es tremendamente desgastante y a la larga genera tristeza porque nada de lo que se genera o construye con falsedades será real.