Por la Mtra. Monserrat Rodríguez León, académica de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG)
En un mundo cada vez con más consciencia sobre los desafíos ambientales y de salud, la manera en que nos alimentamos se ha convertido en un tema de vital importancia. Las dietas sostenibles no solo promueven la salud de cada individuo, sino que tienen como objetivo preservar los recursos del planeta.
Adoptar un enfoque alimenticio que respete el medio ambiente puede parecer un reto, pero pequeñas decisiones cotidianas pueden marcar una gran diferencia. En este artículo, exploraremos qué constituye una dieta sostenible, sus beneficios y cómo implementarla en nuestra vida diaria.
El sistema alimentario constituye el conjunto de actividades que se realizan para producir, procesar, transportar, consumir y gestionar los alimentos y sus residuos. Este sistema abarca todos los aspectos que tienen relación con la alimentación y nutrición de las personas. Aproximadamente un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero proceden de dichos sistemas y la manera en cómo nos alimentamos afecta directamente nuestra salud.
Existe la necesidad de encontrar alternativas para la transformación, producción y consumo de alimentos con el fin de reducir la huella medioambiental y continuar garantizando la disponibilidad de productos saludables para el futuro.
Las dietas saludables y sostenibles deben considerar las recomendaciones de nutrimentos adecuados, ser amigables con el ambiente, y tomar en cuenta la cultura alimentaria de los individuos. Sus principales objetivos consisten en garantizar el desarrollo del bienestar físico, mental y social, prevenir la desnutrición, sobrepeso y obesidad y disminuir el riesgo de padecer enfermedades crónico-degenerativas, todo esto sin descuidar la preservación de la biodiversidad de las especies del planeta.
Por lo tanto, una de las estrategias imprescindibles para reducir la huella de carbono ocasionada por la cadena de suministro y transporte de alimentos consiste en comenzar a seleccionar y consumir alimentos que sean locales y de temporada, apoyar a los productores locales y disminuir la dependencia de productos provenientes del ganado, conocidos por su alto impacto ambiental.
Una de las nuevas tendencias en alimentación es la búsqueda de proteínas alternativas a la carne, por lo que tenemos que comenzar con la transición para lograr el incremento de consumo de alimentos de origen vegetal que pueden ofrecer valor nutricional similar a la de los productos de origen animal. Es importante destacar que esto también implica un desafío porque es necesario asegurar que la producción de dichos alimentos de origen vegetal también se realice de manera responsable con el ambiente.
Implementar una dieta sostenible y saludable puede parecer un desafío, pero es necesario llevar a cabo acciones cotidianas, que ayuden a contribuir a un futuro más saludable y respetuoso con nosotros y con nuestro entorno.
Estas pequeñas acciones consisten en comenzar a realizar planificación de comidas, para evitar el desperdicio de alimentos e incluir alimentos frescos y de temporada comprados en mercados, tianguis o directamente con los agricultores. Incrementar el consumo de alimentos como verduras, leguminosas y granos enteros, para reducir el consumo de productos cárnicos y lácteos. Aprender a conservar alimentos, reutilizar sobras o hacer composta para los restos orgánicos que ayudan a reducir el desperdicio de alimentos.
En conclusión, adoptar patrones de alimentación sostenibles es esencial para reducir el impacto ambiental y promover la salud, con el fin de contribuir a un sistema alimentario más responsable. Aunque estos cambios impliquen retos, cada pequeño cambio en nuestros hábitos cotidianos generan un impacto significativo que beneficia nuestra salud y el entorno en el que vivimos.
- La Mtra. Monserrat Rodríguez León es directora de la carrera de Ciencias de la Nutrición de la Universidad Autónoma de Guadalajara.
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