Pareciera que para estar deprimida se tiene que tener una justificación, muerte, desempleo, desamor, mudanza, poco tiempo libre, angustia, soledad.
Pareciera que la depresión cuando el viento sopla a favor no es admisible. Como si el estado de ánimo atendiera a la razón y no a las emociones. Ser mamá es el evento más amoroso y alegre que quien desea formar una vida podría tener. ¿No?
Prepararlo todo, cuna, mamilas, pensar en su nombre, sentir sus pataditas en el vientre, ver sus gestos en los ecos, pintar el cuarto, lavar su ropita, tomar vitaminas, elegir la leche y hasta indagar sobre su signo zodiacal.
¿Qué pasa cuando junto al bebé, la felicidad no llega y la angustia asoma? ¿Seré capaz de ser responsable de una vida? ¿Por qué no deja de llorar? Tengo miedo a quedarme sola con él, me siento fea, tengo miedo de salir, no puedo dormir y no paro de llorar.
Hay una etapa que acontece en muchas mamás. Al tiempo en que son madres las invade la tristeza y ésta muchas de las veces es transitoria, pero algunas veces –bastante frecuente- no.
Si esta tristeza continúa o bien inicia meses después del nacimiento, se trata de una depresión conocida como depresión postparto.
Las principales características son: llanto, tristeza, enojo, desinterés, falta de concentración, cambio en hábitos alimenticios, miedo, mal humor, desesperanza, cansancio, desconcierto, frustración y/o hiperactividad, que es también una forma de no pensar, y sobre todo: culpa. La culpa de no amar al bebé.
Entonces guardamos silencio porque resulta vergonzoso e inexplicable no sentir vínculo amoroso con ese pequeñito que se supondría traería consigo el más grande amor de nuestra vida. Como si las emociones tuvieran que explicarse.
La depresión postparto es una mala jugada a la que nos enfrenta la vida, una mezcla de padecimiento psíquico y biológico. Imaginen que si las hormonas mes a mes son capaces de hacernos llorar viendo un comercial de televisión y trastornar nuestro poder de decisión, qué podrían lograr luego de un embarazo y lactancia.
Nuestro mundo de cabeza, es por eso que nos encontramos frente a un sinfín de emociones en las que jamás habíamos transitado.
Y puesto que nunca habíamos vivido algo así, las formas habituales que teníamos para salir de una etapa depresiva son inefectivas. Hay que hablar, hablar permite escucharnos y encontrar respuestas en nosotras.
Hablar nos posibilita a desentrañar nuestra tristeza. Hablar nos permite vaciarnos a través de la voz y de la misma forma habitarnos nuevamente, construirnos.
El análisis psicoanalítico tiene la particular ventaja de traer a la conciencia nuestro inconsciente por medio de la palabra. Hablar sana. El espacio de escucha puede realizarse en línea, vía skype o face time en los tiempos que tengamos entre pañales y mamilas.
Un espacio para nosotras, para nuestra historia y nuestros sentimientos.
Jessica Canales. Especialista en escucha con orientación psicoanalítica. jessica.psicoanalisis@gmail.com 52 (55) 10694817