Durante mucho tiempo, se ha percibido el perdón como un acto de debilidad, una forma de rendición, o incluso algo que hacemos por los demás. Sin embargo, el perdón es, en realidad, una de las decisiones más valientes que podemos tomar, y es un regalo que nos hacemos a nosotros mismos. “No se trata de justificar el daño ni de olvidarlo, sino de decidir que no permitiremos que ese dolor defina nuestro presente ni condicione nuestro futuro”.