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Hablar otro idioma podría cambiar tu personalidad

Dominar una lengua que no sea la materna puede revelar otros matices de tu carácter 

Dominar una lengua que no sea la materna también puede revelar aspectos de la personalidad o matices del carácter hasta ahora desconocidos.

Según la hipótesis Sapir-Whorf, una teoría del relativismo lingüístico que toma su nombre de los dos antropólogos estadounidenses que la han desarrollado, existe una correlación entre el lenguaje hablado y la forma en la que percibimos la realidad que nos rodea. La escuela de inglés online ABA English explica cómo hablar un nuevo idioma puede cambiar la visión del mundo:

¿DE QUÉ IDIOMA TE SIENTES HOY?

Las ideas preconcebidas que tenemos sobre un idioma pueden afectar a nuestro estado de ánimo cuando lo hablamos. Por ejemplo, si asociamos el inglés con el mundo de los negocios y lo utilizamos en un contexto business, hablarlo con fluidez nos puede hacer sentir más seguros y capaces de lograr objetivos fijados previamente.

Lo mismo ocurre con el acento. Si nos hemos acostumbrado a considerar el inglés británico como más sofisticado, el acento de un nativo del Reino Unidono parecerá más elegante que el acento americano o australiano.

¿HABLAMOS EN INGLÉS… O COMO UN INGLÉS?

El idioma que usamos también puede determinar los temas de conversación. Son varios los estudios que han demostrado que las personas bilingües suelen tratar temas y usar un vocabulario diferente en función de la lengua en la que se comunican. De forma inconsciente, existe la tentación de evitar palabras o temas tabú en un idioma, cuando en el otro apenas hay reparo en usarlas.

Asimismo, es sabido que el inglés es uno de los idiomas políticamente más correctos y respetuosos con las diferentes sensibilidades culturales y religiosas. Aquellos que lo hablen con familiaridad no tendrán problemas en traducir la expresión española “nombre de pila” con el más neutral e inclusivo “first name” (literalmente “primer nombre”).

¿LAS ARDILLAS EN LONDRES SON TODAS HEMBRAS?

El uso del género juega un papel importante en muchos idiomas, especialmente en lenguas romance como el italiano o el español. El hecho de que una palabra sea masculina o femenina en el idioma materno influye en nuestra percepción del concepto.

La ausencia de género en inglés, por lo tanto, puede conducir a malos entendidos con aquellos que no están acostumbrados a asociar un género específico con ciertas palabras. Por ejemplo, un español puede referirse a una ardilla usando el género femenino (“She is so cute”), mientras que un hablante nativo inglés lo hace con el pronombre neutral (“It is so cute”) si no conoce su género.

SI TIENES UN PROBLEMA, PREGUNTA BILINGÜE

Las personas bilingües tienden a ser más flexibles y tener más capacidad de adaptación, gracias a que su cerebro está acostumbrado a pasar de un idioma a otro rápidamente, como si se tratara de un semáforo que cambia de color de forma intermitente.

Aquellos que hablan varios idiomas se mueven fácilmente de un entorno social a otro. Además, los niños bilingües en edad preescolar están más acostumbrados, respecto a sus compañeros monolingües, a resolver problemas y tienen menos dificultades para concentrarse.

KEEP CALM AND SPEAK ENGLISH

Cuando se habla un idioma distinto del materno, se tiende a adoptar un enfoque más racional. La lengua materna se asocia con el lado emocional y más inmediato de nuestra personalidad: cuando estamos tristes o enfadados es probable que sea más natural expresarnos en este idioma. En cambio, utilizar un idioma adquirido nos ayuda a tener una visión más objetiva del mismo tema, lo que representa varias ventajas: cuando se habla en un idioma adquirido, es más fácil evitar tópicos (las llamadas “frases hechas”) y elegir palabras y expresiones con mayor atención.

El poder sentir y expresar “emoción” en otro idioma parece ser un factor determinante a la hora de marcar el nivel de bilingüismo, justamente porque las emociones cambian en función de si la comunicación se produce en un idioma u otro.

“Partiendo de esta base, es muy importante que no se produzca ‘distanciamiento emocional’ en el proceso de aprendizaje de un segundo idioma. No es lo mismo aprender de memoria que hacerlo viviendo, porque cuando se vive también se sienten emociones”.

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