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Carta de un Premio Nobel a su nieta, en tiempos de Pandemia

“Te escribo esta carta desde un tiempo extraño. Un tiempo de angustia y de alineación…”


Les quiero compartir la carta que el escritor francés Jean-Marie Gustave Le Clézio (Francia, 1940), Premio Nobel de Literatura 2008, escribió a su nieta para reflexionar sobre estos momentos de encierro provocados por la pandemia.
¿Por qué estamos viviendo ésto? ¿Qué hicimos o estamos haciendo mal? ¿Ha cambiado en algo nuestra percepción del mundo, de nuestra vida, de nuestras prioridades?
Quizá la respuestas las encontremos al leer esta carta que el escritor compartió en la serie Imagina el Mundo, organizado por el Hay Festival 2020, en el marco de esta pandemia.



Te escribo esta carta desde un tiempo extraño. Un tiempo de angustia y de alineación que nadie había imaginado vivir en nuestro mundo de perfección técnica y ambición social.
Yo lo viví en mi niñez, puesto que nací en 1940, en tiempo de guerra, cuando estuvimos todos confinados en la casa sin mucho que comer, y con miedo de los bombardeos. La diferencia es que sí, ahora estamos en guerra, en una guerra contra nosotros mismos y no contra un enemigo exterior; es una guerra contra nuestras fallas, nuestra indiferencia a la naturaleza, nuestro vanidoso egoísmo.
La cuestión no es saber si sobreviviremos a esta epidemia, porque la raza humana es dura y sobrevivió a situaciones sanitarias en el pasado, durante el tiempo de pestes en Europa, la última epidemia del siglo XVII, en 1610, que costó la vida a millones de gente, descrita de manera muy fiel con algo de sarcasmo por el novelista inglés Daniel Defoe, el autor de “Robison Crusoe”.


Antes tuvieron muchas enfermedades. La peor epidemia de la historia ocurrió en América del siglo XVI, con la llegada de los españoles y fue la causa del perdimiento terrible de la población indígena, por la viruela, la gripe y la rubeola, reduciendo a la población en su sexta parte, ya que pudo causar entre 20 y 120 millones de muertos en menos de un siglo.
¿Cuál es el significado de esta pandemia de COVID-19 y cómo estaremos viviendo en el futuro? El futuro es tuyo y tendrás 20 años en el 2040 y, si todo pasa bien, tú conocerás el siglo XXII.
Pero somos nosotros quienes estamos construyendo tu porvenir. Ojalá no nos echaras la culpa por todas nuestras inequidades e incapacidades. Lo mereceríamos: hemos vivido desde la guerra hasta ahora, como si mañana no fuera a existir.
Hemos gastado la naturaleza, hemos sentido orgullo de la dominación de una minoría sobre una mayoría de los habitantes del planeta, hemos tenido como normal la injusticia social, la disparidad entre los sexos, la inequidad entre los países pobres y los ricos en cuanto a la mortalidad de los niños y la esperanza de vida de los adultos.
Hemos atravesado grandes episodios de hambruna en el Sudán, en el Medio Oriente, o en América Latina o en el Caribe sin sentir culpa. Más que todo hemos gastado, contaminado, desperdiciado, menospreciado nuestro mundo, como si fuera otro mundo para salvarse.
Después del paro de las actividades debido al confinamiento, hemos podido ver el mundo alrededor mejorarse. No fuera de manera lenta o escondida, fue casi de inmediato. Un cielo increíblemente más azul, un mar limpio, una atmosfera más pacífica, gozando de silencio, de calma y bienestar. Puede parecer algo egoísta pero este cambio significó también la disminución de las actividades humanas, quiere decir la recesión y la crisis económica. Hasta hoy no se sabe cómo va a resultar esta crisis.
“Es cierto que son las poblaciones más débiles económicamente las que van a padecer más la disminución del comercio y la industria. Pero, en estos días lo que sobresale es el gozo de la naturaleza, su respiración, su alivio.
La cuestión no es saber si nos salvaremos de esta catástrofe; tengo confianza en las proezas de la ciencia y en la dedicación de los médicos. Las sociedades súper desarrolladas encontrarán seguramente la solución a la crisis, una medicina, una vacuna o una resistencia al virus.
La cuestión es saber si el momento que golpea al mundo entero ¿habrá cambiado algo en nuestra mentalidad?, y ¿habrá procurado una enseñanza a los sobrevivientes? ¿Acaso habrá cambiado algo para ti en tu mundo, cuando tengas 20 años?
“Desgraciadamente podemos dudarlo. La última guerra costó millones de vidas, condenó a la muerte a inocentes niños, desplazó familias en campos de concentración como en inconcebibles zoológicos.
70 años después, en el momento en que te escribo, estas condiciones reaparecen en India, Bangladesh, Birmania, o en la frontera con Estados Unidos, con Mac Allen, Ciudad Juárez o Nogales.
En el Mediterráneo, viejo mar de civilización, buques de migrantes naufragan bajo la mirada indiferente de los riberanos de Turquía, Grecia o Italia, de toda Europa.
De verdad, no sé cómo vivirás en estos años del futuro. Nadie puede predecirlo. Lo único que puedo hacer es imaginar un mundo nuevo, lleno de invenciones y fantasías. Para imaginarlo no necesito fábulas ni ciencia ficción. Necesito memoria.
Itzi, puesto que tu mamita te puso un nombre indígena –Itzí en la lengua de los purépechas de Michoacán, significa agua–, ¿cómo podría ser este nuevo mundo? No podemos vivir en la selva y no será posible cambiar nuestros hábitos, nuestras maneras.
Tener más respeto a la naturaleza es lo primero. Hace 1200 años, el poeta chino Du Fu dijo que la naturaleza es idéntica al ser humano. “Los humanos y la naturaleza son uno”
¿Qué significará vivir para ti y para tus contemporáneos en 2040, en el año de tus 20?
“Vivir en una ciudad no es un problema. Seguramente en tu mundo habrá más gente en las ciudades que en el campo. El problema sería que las ciudades del mañana sean semejantes a las de mi época: ahogadas por el tráfico de coches, divididas en zonas sin comunicación social, sin organización verdadera, sin medios de transporte, sin preocupación a los individuos, bajo la mirada de ojos electrónicos y cubiertas por chapas electrónicas de nubes tóxicas.
Espero mucho de tu generación por llevar a cabo esta nueva libertad. Respetar a la naturaleza significa economía. Los de mi generación, sabes, han gastado de manera increíblemente egoísta todo lo que podían aprovechar y consumir.
Poco antes de la epidemia de 2017-2018 ellos se dieron cuenta de manera tímida de lo que estaba ocurriendo cuando grandes ciudades como Beijin o México estaban completamente tapadas por la contaminación…


El otro objetivo, que ojalá ustedes, del próximo mundo, tendrán que cumplir es la justicia. Nosotros no hemos logrado hacerlo. Hemos vivido como si fuera normal que unos posean las riquezas, la salud, la independencia, la autonomía, la seguridad, la educación, y la democracia. Y los otros, la mayoría, no tienen nada, ni la liberad.
Hemos vivido con la convicción de que la razón y la ciencia son monopolios de un poco gente.
¿A caso lo que nos está pasando ahora no será el umbral de un nuevo mundo?”




¿Qué cambió en ti después de leer esta carta?

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